Detrás del frasco de perfume.
Como consumidor de perfumería, durante años me resultaba extraño encontrar fragancias donde, a bombo y platillo podía leer sus notas olfativas y encontrar una espectacular lista y ver que ese perfume no alcanzaba los 20 € y venderse como “copia” de otros conocidos.
Aunque sea un perfume lo que se esconde dentro, no se compone de lo mismo.
O incluso en algunas ocasiones, mucho más económicos. Y asaltar el argumento de que éramos engañados por las grandes marcas de la industria perfumista.
Mi nariz se ha ido curtiendo profundamente durante un año aproximadamente en lo relativo a las tripas de la perfumería. Comenzó siendo un mero interés en conocer por dentro el mundo de la química y perfumería, y comencé a leer un par de libros que os recomiendo si deseáis adentraros.
El primero es uno básico pero muy instructivo y necesario, llamado El Perfume, los secretos de la elaboración del perfume, escrito por Agustí Vidal Valls, en el cual te asaltarán como a mí lo hizo innumerables inquietudes. Principalmente, relacionadas con la representación de las estructuras del carbono, y sus, en un principio “jeroglíficos” para representar una estructura molecular. Me enervaba tener que avanzar página a página sin poder comprender del todo esas estructuras.
Este primer libro es muy instructivo, a rasgos generales del mundo de la perfumería, en todos sus aspectos, pero incompleto a mi parecer para poder lanzarte a crear un perfume.
Para comprender mejor el mundo de la perfumería, nada mejor que el siguiente descubrimiento.
Por medio de un buen amigo me llegó el aviso de que existían copias en estado “nuevo” de La perfumería: práctica y principios, de Robert R. Calkin y J. Stephan Jellinek, libro descatalogado de 1996 y que es un compendio de sabiduría. Algo desfasado en algunos puntos, pero instructivo a día de hoy. Harina de otro costal. Muy complejo, incluso hasta el punto de espeso y a medida que avanzas en sus páginas, me fui dando cuenta que necesitaba prestar mucha más atención a lo leído. Aun así, lo terminé leyendo y esa instrucción teórica quedó dentro. ¡O eso creo! Es un libro de consulta excepcional.
Este segundo libro es muy recomendable si ya te encuentras dentro de este maravilloso mundo y necesitas ampliar conocimientos, pero realmente es un salto de altura, comparado con el de Agustí Vidal Valls, que no significa que no sea realmente impresionante.
Bien, como os decía y volviendo a los perfumes más económicos y a esas fragancias que se inspiran en otros, es normal preguntarse, ¿Cómo puede costar diez veces menos? Está claro que con el cromatógrafo de gases se hizo mucho daño a la industria, destruyendo fórmulas legendarias, pero no del todo. Imaginad un vino que cuesta 140 € la botella, y consigo crear una inspiración a ese mismo vino, y podréis pensar, que su sabor será parecido o igual. Pues no, existen muchos factores que declinan siempre, y digo siempre a la pertinencia de adquirir el vino original, ya que ni será la misma uva utilizada, ni la cosecha, ni la misma madera donde envejecerá, ni el mismo clima, ni la misma pasión que la compañía muestra en la creación de su vino.
Perfume de inspiración Vs Perfume original
En la perfumería ocurre lo mismo, pero le afectan muchos más detalles. Existen una multitud de notas, moléculas sintéticas y compuestos de un origen determinado que convierten a la inspiración en un burdo engaño. No dudo de la calidad de muchos de ellos, pero no todo son aceites esenciales, absolutos o extractos en la perfumería. Coexisten compuestos moleculares químicos y sintéticos que asemejan el olor del compuesto destilado natural, y a precios de derribo. Y la mayoría de las veces, esos perfumes más económicos están formados por esto último. Motivando una transparencia en el perfume, debido a esos compuestos moleculares sintéticos. Que no son malos en sí, ya que yo también dispongo de ellos para mis creaciones.
Por otro lado, si utilizan esencias naturales en las inspiraciones, nunca tendrán la misma procedencia ni calidad. Y aunque así fuera, nunca se venderían al precio que se suelen vender. Como ejemplo, 1 ml de Oud, cuesta unos 20 € aproximadamente, Rosa de Damasco, 1 ml unos 45 € aproximadamente, etc.… no penséis que da para mucho. Extrapolad a un perfume donde el protagonista sea el Oud o la Rosa de Damasco, e imposibilitará que el perfume sea económico si es que incorpora realmente esas notas.
Y no todo el coste económico se encuentra en el líquido, sino en todo lo que rodea a esa fragancia.
Existen investigaciones de I+D, el coste del frasco en sí, el packaging, publicidad, y una industria detrás.
Como apasionado de la música, siempre me compro mis vinilos y CD originales, ya que de esa forma cuidas la industria, y esa industria lanzará más propuestas. Del mismo modo, acudiendo a un concierto, apoyas por completo a la banda. Ya son más de 30 años escuchando metal, y otros estilos, y no existe un día sin música en mi vida.
No todo es tan malo, ni tan bueno en la perfumería.
No pretendo demonizar a las inspiraciones, cada cual es suficientemente adulto para saber valorar las cosas, pero por mi parte, el mérito de un perfume es del que lo crea. Y siempre he preferido tener un perfume auténtico, y gastarlo a tener 50, y tenerlos llenos ya que no los podré gastar en la vida. Pero eso es tema para otra entrada. Además, los “demonios” no son solamente las inspiraciones, sino que, si miramos a la perfumería de diseñador, nos encontraremos con que la mayoría (un asombroso 80%) son creados sintéticamente, a los cuales les añaden colorantes para otorgarle naturalidad en la composición. Pero es ficticia. Y es que, a los consumidores lo que nos gusta, no queremos que nos lo cambien. Y por esto mismo si creo una composición sintética siempre va a oler igual.
Personalmente, prefiero la perfumería nicho o de autor, auténtica alquimia que de un lote a otro puede variar ligeramente, pero es lo bonito en el fondo de la artesanía.
¡Fuerza y salud!
Sergio Martínez Anaya